Algo nuevo
- LaraYagia
- 11 ago 2024
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 20 ago 2024
En un diálogo hilarante entre un escritor y su cerebro, ambos se enfrentan a la batalla interna entre la creatividad y la procrastinación. A través de este intercambio cargado de sarcasmo, se revela la lucha cotidiana de cualquier creador en busca de inspiración.

A ver cerebro, te encargo la tarea de hacer algo nuevo. Vamos a iniciar un proceso creativo desde cero en este instante. Necesito que recojas toda la información necesaria y te llenes de una consistencia ideal para hacer una retahíla de oraciones que se transformen en algo perfecto y creativo. No sé quizás tengas que inventar mucho o poco, lo cierto es que debes crear, tienes esa gran presión encima de ti. Crea por aquí, crea por allá, la escritura es tu fuerte vamos dale.
—Cerebro: pará, pará, pará
—Escritor: ¿qué pasa por qué el acento? ¿eres argentino ahora?
—Cerebro: bueno a veces me pinta el loco y cambio de nacionalidad ¿no viviste un buen tiempo allí? ¿qué pasa o no puedo ser creativo entonces pibe?
—Escritor: ah bueno si te vas a volver loco avisa por lo menos. Vamos, dale, ponte a hacer algo útil. Quizás hoy se nos antoje terminar ese cuento de terror de anoche. O, espera tengo una buena idea, invéntate una de fantasmas.
—Cerebro: naaa fantasmas, no. Te gusta escribir y pensar en fantasmas, pero son malísimos. Me dan tanta ladilla hacer esas cosas. Tienes que reconocer que lo nuestro son quizás los diálogos o cosas más sarcásticas. El terror no va contigo, no seas insistente.
—Escritor: shhhh shhh shh. Yo necesito que me escuches. Primero, aquí se escribe lo que yo quiero. Segundo, vamos mejorando con el terror y los fantasmas, quizás no al punto de largas y largas historias, pero esos cuenticos van vendiendo.
—Cerebro: pffff bullshit. No seas insistente, dedícate a otra cosa. Yo te doy las ideas, aparte el terror ya está todo trabajado e inventado. A poco ¿has visto alguna película nueva que te pegue un susto? La última porquería que vimos era una cosa coreana toda loca que como era budista te mató fue de risa.
—Escritor: estás cansón, literal. Vamos a hacer algo, así ganamos todos, yo dejo de escribir y voy a dormir y tú, trata de no pensar mucho y hazme caso. Mañana buscamos un lindo café que no sea tan caro y nos ponemos a escribir ¿te parece?
—Cerebro: ah, pero tú si eres arrecho vale, jajaja. No te pases de cínico. Después que tienes las santas bolas de despertarme, de hacer que me enfoque en algo que no es Instagram ni hablar con los demás, me sientas aquí frente a esta pantalla y me pides que deje todo porque mañana nos ponemos a hacer lo nuestro. Mámate una hectárea completica anda.
—Escritor: ¿la gente sabrá que eres así de boca sucia?
—Cerebro: yo creo que tu mujer tiene que saber porque si no, no te quieren. Ah no para nadie debe ser un misterio que eres un señor de las altas alcurnias hablando hasta que se te sale el veneco por algún lado.
—Escritor: tengo que mejorar eso, el otro día se me salió algo parecido, pero en argentino con una señora importante, era una clienta.
—Cerebro: sí, lo recuerdo, estaba ahí, pero me da risa que me niegues cuando eres el propio que me usa y me piensa. Es divertido. Pero cuestión, sigue escribiendo que te faltan todavía unas 400 palabras.
—Escritor: este diálogo es hasta terapéutico, vamos a tomarlo por allí. A ver ¿qué te pasó hoy? Por la tarde para ser específicos.
—Cerebro: tuve un ataque de ansiedad. Necesitamos solventar cosas, problemas económicos, laborales. No sé siempre hay algo. Eso es mi culpa, pero también tuya por sin vergüenza.
—Escritor: ¿yo? ¿sinvergüenza? Tú sí eres cínico, bueno eres yo, pero ajá cómo va a ser mi culpa si literalmente tú eres el que prefiere ponerse a jugar dota con los demás antes que abrir esos PDF y leer.
—Cerebro: pero ven acá ¿quién prefiere lo contrario? Por ahí algún ridículo que se la tire de la última coca cola del desierto, pero esos no somos nosotros. Recuerda que al que nace barrigón ni que lo fajen chiquito.
—Escritor: nunca fuimos aplicados, te doy la derecha. Me da risa porque hay gente que piensa que somos re-aplicados, organizados y responsables. Bueno responsables somos, pero no somos las otras dos primeras cosas.
—Cerebro: puro sin vergüenza vale. Acuérdate de esa niña que salió en la prensa que venció a no sé quién carajo jugando ajedrez y vino tu papá a decirte a ti y a Udón “vean esta muchacha que juega ajedrez y habla no sé cuántos idiomas” y tú le dijiste jajaja pendejo “pero ponla a jugar FIFA pues”. Payaso.
—Escritor: sí, me acuerdo y cada tanto con los chicos. Ahora se supone que eres tú el de las ocurrencias y respuestas. Pero eso narra el cómo nunca nos sentamos a estudiar, bueno muy poco. Creo que la última vez en ese viaje a Margarita como por primero o segundo año. Pero del resto todo cerebro y suerte papá.
—Cerebro: es que soy arrechísimo bro. No me entienden los demás, pero no contemplan mi magnificencia. Dirán que soy desagradable, engreído y todo lo que quieran. Total, soy lo que soy, un crack.
—Escritor: sí, creo que es al azar. Veo mucha gente que le dieron poco seso, aunque en matemáticas podríamos ser más eficientes.
—Cerebro: el problema no son las matemáticas, el problema es que te fumas la plata en vainas que no son, y, es más, no quiero hablar de eso porque nos metemos en camisa de once varas.
—Escritor: bueno tampoco son drogas o cosas así, no vaya a pensar el que me lee que aparte de desorganizado soy un adicto.
—Cerebro: ¿y el sexo no es una adicción? Porque yo creo que tú no aguantas dos pedidas y más si es color nieve y tiene cabello negro. Es más, te endeudas para sacarle una sonrisa.
—Escritor: la lujuria es tu culpa, pero el romance es mío. Soy esa voz en el viento que les susurra al oído todos esos sentimientos que nunca podrán borrar, pues de mis versos salen momentos únicos que jamás se olvidarán.
—Cerebro: verrrrga ¿cómo te dicen a ti? ¿Romeo? Deja de robarme el talento. Sabes que todo es mi creación. Somos unos cínicos, eso es lo que somos, pero qué sabroso ser así.
—Escritor: sí eres denso, de pana. Mira ve, ya está, creo que este diálogo tiene que terminar. Mañana vamos a tomarnos un cafecito así todo relajado chillin y terminamos estas historias. Aparte, dicho y sea de paso, ya completamos las mil palabras o dos páginas que recomendó Stephen King en su libro Mientras escribo.
—Cerebro: cierto, además ya me da paja literalmente. Hablamos bastante igual. Mala mía si te eché la burra pal monte. Ojalá alguien se entretenga con esto.
—Escritor: dale mrk ando es muerto de la risa. Total. Somos uno.
José Jesús Lara Yagia
Palermo, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.
05/08/2024
1:43 A.M.
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