Las caritas del olvido
- LaraYagia
- 1 jul 2024
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 31 jul 2024
Paseando por Buenos Aires, ciudad mágica como no hay otra, encontramos el presente, pasado y un guiño al futuro. Las mismas caritas.

La magia de la temporalidad da todos los días una nueva enseñanza. Vivir, que es una condición misma de la temporalidad, nos permite ir apreciando su paso constantemente. En esta ocasión para ver a quienes fueron novedad, luego no tanto y finalmente el olvido. Pero esta tarea, que planeo encajar en no mucho más que mil palabras, realiza un análisis a vuelo de pájaro sobre la situación del lugar de los hechos, Buenos Aires. Donde dicho sea de paso hay mucha gente de paso, especialmente esos que fueron parte de su historia y que encontramos por donde quiera en la ciudad. Es que como ciudad es mágica, por eso es el lugar perfecto para lo que ahora, sin más que aclarar les voy a narrar.
Caminando por las calles de la ciudad de Buenos Aires se van a encontrar de todo. No solo pintorescos seres humanos y situaciones dignas del cine, sino que, también, placas, posters, alguna que otra estatua —Dios hay por doquier una—, y demás recordatorios de que algo o alguien estuvo allí. Sin embargo, lo que motiva este escrito parte de aquellas caras que vuelven y aparecen con otros fines más presentes como los desaparecidos que vemos en campañas políticas frecuentes. Fíjense, aunque sea lamentable, digo por los que han sufrido una pérdida y demás, esas caras hoy en día pierden la esencia de su vida y se transforman en los rostros que nadie sabe ni quien son y que solo están para poner una mala decoración a alguna esquina, un ministerio o sitios por el estilo. Es más, en el peor de los casos terminan por ser ignoraras y ensuciadas por los desechos de quiénes viven en la calle y demás.
Pero bueno, de ello podemos tomar un momento para reflexionar claramente. Nos enseña también que, aunque poco importe porque no controlamos lo que pase con nosotros después de la muerte, es cierto que vamos a caer en ese olvido. Aclaro, rotundamente, para quien lea que no es algún tipo de menosprecio a esa figura de los jóvenes desaparecidos que aparecen en los carteles, sino para cualquiera. Más, cabe destacar ese ejemplo porque su realidad no es única sino compartida en tantos sitios. Fíjense, sin ir muy lejos, una infinidad de próceres patrios en todo el continente son motivo de olvido, como también sus sacrificios y glorias, al menos eso en una escala de gente muy relevante. Por otro lado, nadie habla de los policías, bomberos, vigilantes o cualquier persona que haya perdido la vida en acto heroico, ellos sí caen en un olvido latente.
Conforme lo expresado, me encuentro con el deseo de hacerles notar que si algunos son más recordados que otros son por un fin ajeno a su causa como motivo ulterior. En ese sentido, claramente, las figuras de muertos antiguos o recientes son el blanco más fácil porque no tienen voz ni voto, solo un recuerdo que, valga la redundancia da votos. Y es que ese temita nos gusta, porque necesitamos justificar emotivamente una decisión política y que nos lleven al hervidero. Patético lo nuestro. Pero es así, no creo que cambie en nuestras sociedades hispanas, es decir ¿a ustedes qué les genera más empatía la lucha de uno que ya pasó a la mitología a través de su muerte y que les “indica” que voten por un candidato o los planteos del candidato como tal? Para eso quedaron esas figuras para que seamos corderitos que van derechito a votar pensando que cumplen con ese apasionante ser del pasado.
Pero volvamos a lo que nos compete en este momento y que trasciende al análisis moral de los rostros en carteles con propaganda política que tocan sentimientos delicados. Hoy, usted lector o lectora, vive en la casa de otro, que ese otro compró con hipoteca, heredó e inclusive pudo hacer con sus manos. Transitamos así las huellas no de gigantes, sino de nuestros iguales en otro tiempo pero mismo espacio. Y que ellos cayeron en el olvido. Esto no es precisamente algo malo, no sé es normal, de hecho nunca nos daremos cuenta del qué fue de nosotros porque ajá nos morimos pues. Allí está el chiste. Imagínense, que hace unos días llegó a mis manos un documento importante perdido en el tiempo y que perteneció a uno de los primeros gobiernos patrios del país y que fue heredado por un fulano que se lo dio a otro fulano y ese al mengano que murió y la mujer se lo dio a una amiga y ella me lo presentó. Así como lo escuchan, una cartica pequeña con una orden judicial de más de 200 años, que fue de muchos, ahora de mi amiga y posiblemente vaya a saber si no termina en algún basural de esos en unos años, precisamente en el olvido con sus dueños.
Esto es algo que amo de la historia como disciplina. Nos regala la más linda literatura jamás escrita, la que sí pasó y nos habla de quiénes fueron protagonistas de momentos impresionantes. Pero también nos recuerda que solo estamos, de paso y que eso es precisamente algo hermoso. Si no existiese la continuidad y la transición no tendríamos ese interés por el legado, por hacer para otros, y nos fuerza en cierto modo a desprendernos del egoísmo hacia el final de la vida para darle paso a los que vienen, porque a gin de cuentas, queremos lo mejor para ellos. Posiblemente como he sido advertido, esta idea peque de naive o inocente en su totalidad, eso porque la gente a menudo deja de estar donde está porque el cuerpo no lo aguanta o ya se hartan, no siempre es por bondad. Bueno, eso es cierto, pero también creo, y aquí me tildan de inocente, que hay gente bonachona en el mundo que sí desea que otros sigan sus pasos y los ayudan en todo lo que pueden. Haga memoria ciniquín o ciniquina, y recuerde algún profesor, entrenador, compañero de trabajo o siquiera alguien en una fila que le cedió su puesto de buena manera, esas cosas todavía pasan porque hay bondad en las personas.
No hace falta ponerse tan melancólico, más bien disfrutar y celebrar que formamos parte de esa cadena, desde nuestro ángulo y posición algo hacemos. Y esas caritas que fueron novedad y están pronto a yacer en el olvido, no son ni las primeras ni serán las últimas pero a fin de cuentas, presente fueron, memoria son y olvido serán.
José Jesús Lara Yagia
Tribunales, Buenos Aires, Argentina
16:24 p.m.
27/06/2024
Comments